
El popular programa infantil nació hace ya 40 años y estos días se está celebrando su aniversario como habéis podido comprobar en todos los medios de comunicación. Estos peluches enseñaron de una manera muy divertida la diferencia entre arriba y abajo, entre delante y detrás, entre izquierda y derecha... y en fin, no sigo porque muchos ya os acordaréis. Aprovechando esta efemérides se han puesto a la venta todos los capítulos antiguos y la sorpresa ha sido que la primera temporada del 69 (el número ya presagiaba algo morboso) ha sido calificada ¡para adultos! Sí, sí, como oís, para adultos. Según la censura estadounidense hay varios aspectos que los niños de hoy no entenderían bien, se llevarían a equívoco o adquirirían malos hábitos. Hace unos años ya vimos como se criticaba al famoso monstruo de las galletas por fomentar la mala alimentación, ya que los niños podrían querer imitarle; así que ahora está comiendo zanahorias. También nos acabamos de enterar de que el monstruo que salía de los cubos de basura también pueden ocasionar preguntas comprometidas por parte de los niños, que


al parecer ahora son muy limpios y se sentirían agredidos por esa mala costumbre. El vampiro tampoco parece que diera muy buenos consejos a la vista de hoy. El aspecto maquillado y demasiado sexual de Peggy tampoco es muy del agrado de los educadores actuales así como la impertinencia del deslenguado Gustavo, el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo. Las estrellas son sin duda Epi y Blas y por ello les dedicaremos una entrada especial pero baste decir que los nuevos censores han visto en esa pareja indicios de homosexualidad en algunos de los diálogos de esa primera temporada y que Epi era algo corto de entendederas y un poco lento de reflejos, lo cual podía dar una idea de ser una persona un poco retrasada y molestar a familias con personas con sindrome de Down. Todo esto, insisto, lo dice la censura estadounidense no yo. De todas formas me surge una reflexión sobre mi persona: estudié periodismo como mi personaje favorito, la rana Gustavo, me encanta comer galletas y todo tipo de dulces como el monstruo de las galletas y soy gay, como parece que fomentaba la pareja de Epi y Blas, así que tal vez no van desencaminados los censores (ja,ja,ja). Los que vivimos esos años hemos tenido más probabilidades de salir depravados y enfermos pero con los nuevos cambios ahora los niños del futuro serán puros e inmaculados, ya no habrán guerras ni enfermedades y reinará la paz en el mundo. Amén.