Ayer pasaron por el famoso programa "Versión Española" esta película como una recuperación para las nuevas generaciones, ya que apenas se ha programado y creo que ni se encuentra en dvd. Recordemos que "grosso modo" la historia se centra en un convento y en la relación amorosa entre dos monjas. En mi libro "El celuloide rosa" apenas le dediqué una línea porque no me pareció especialmente relevante. Este blog me va a permitir algo más de espacio para ciertos filmes perdidos y camuflados entre mis páginas, conforme se vaya presentando la ocasión. La presentadora del programa, Cayetana Guillén Cuervo, la anunció como una de las mejores del cine español y declaró que era necesario devolverla al lugar que se merece entre esas grandes. Teniendo en cuenta que las obras maestras son muy pocas (El espíritu de la colmena, El verdugo, Muerte de un ciclista, Viridiana, Calle mayor, La aldea maldita y no muchas más) no es muy meritorio decir que pueda caber en un segundo o tercer escalón detrás de esas. Otra opinión mucho menos entusiasta es la de Manuel Lechón en su libro "La sala oscura, guía del cine gay español y latinoamericano". Para él es una cinta sensiblera, hecha con muy poca pericia como si se tratara de una película barata para la televisión y muy poco creíble, casi ridícula. Ante estos dos extremos yo me sitúo en la mitad. La recreación histórica (época de Felipe II) puede parecer algo acartonada pero en esta segunda visión me ha parecido bastante buena y especialmente decente para nuestro cine. No tuvo los medios que por ejemplo la conocida "El nombre de la rosa" de Jean Jacques Annaud y saca un partido parecido. El recuerdo de esa otra película me ha venido porque la estructura argumental tiene ciertos puntos en común y acaban igualmente con un proceso inquisitorial. Por algunas escenas orgiásticas fuera de los muros y una cierta morbosidad sexual, también me han venido a la mente los filmes pasolinianos de la trilogía de la vida (El Decamerón, Los cuentos de Canterbury y Las Mil y una Noches), no sé por qué. La crítica de la cinta a la religión como cortapisa para el crecimiento personal e incluso social la dota también de cierta modernidad y progresismo. Parte del rechazo de alguna gente pueda venir por no creerse mucho a Carmen Maura y Mercedes Sampietro como monjas pero eso es un problema del crítico. Las escenas de amor entre ellas pueden parecer por momentos algo forzadas pero hay muy buenos momentos como en el monólogo final de Carmen Maura. Por cierto, en el coloquio del citado programa de TV no se habló de homosexualidad. Como pasa con otras películas, se dijo que allí se hablaba de un amor en mayúsculas, de una pasión desbordante y de una historia de sumisión. Yo me pregunto si todavía hay miedo a pronunciar la palabra HOMOSEXUAL. Todos sabemos que el amor es el amor, no distingue de sexos y cuando te enamoras, lo haces de la persona sin fijarte en nada más. Pero aceptado ésto, ¿hay algún problema en calificarlo de homosexual o gay? ¿Por qué todos los directores, incluído Almodóvar, siempre niegan que alguno de sus filmes tenga temática gay y no niegan otras temáticas? En realidad, si lo pensamos bien, ésto es el viejo sueño del activismo gay: "que nadie hable de homosexualidad porque ya ha sido totalmente aceptada y se vea tan normal que no sea relevante, como no ha sido necesario remarcar nunca que una historia de otros filmes sea heterosexual". Pero me temo que en este caso (como la mayoría de veces) el silenciamento de la palabra no es por normalidad sino por lo contrario, la costumbre de ocultación del concepto de homosexualidad para que no se pueda "etiquetar". Y eso significa que si se dice que la cinta trata de "maricones" o "bolleras" pierde público. Triste pero real. En leyes hemos ganado algo últimamente pero culturalmente seguimos igual o peor. "Peor" porque ahora no hay motivo para ello como sí lo había desde la Edad Media hasta la última Dictadura.
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